7/10/10

Carta a los amigos rebeldes del Moviment del 25 en Barcelona


Posible destrucción. Sin alternativas
Caminante no hay camino
Se hace camino al andar


Para hacerlo, es por tanto condición el que no lo haya. Lo que nos une: esto de poder aquí hablarnos sin tener que sostener nuestra posición e ideas, esto de poder, a pesar de todo, intentar entender cada vez mejor lo que (nos) pasa, sin tener por ello que creer ni plantear u ofrecer ninguna “alternativa”, como dicen los bienpensantes señorones, por miedo a una crítica de verdad desmandada. Sin más. Por si acaso se puede. Porque a eso conviene no tenerle miedo: si uno ha llegado a sentir, en lo que le quede de común (que no es más que la mera negación de lo idiótico, particular o personal) la falsedad y el horror de la fe que se nos impone por todos lados, está claro que no puede ya tener ningún reparo frente a la negación y la destrucción.
Sentirá bien entonces que la destrucción, en ese sentido, era siempre una destrucción de la destrucción, una destrucción de la condena. Que aquello a lo que estamos condenados, esta Realidad (o llámesele como se quiera) es lo que de verdad mata, y que, por tanto, cuando se habla contra lo que mata, tal vez se está haciendo algo distinto, y, en todo caso, no se está colaborando a la matanza. No sabemos más que lo que nos hacen creer. Porque para este Régimen del Dinero se trata de creer, de sostener una fe, un saber, -no lo olvidemos- frente a la evidencia de que cualquier fe es para el sostenimiento de lo mismo, de uno, del Estado, porque –ay!- el primer (o último) artículo de fe del Régimen este que nos vive es “cree en tí mismo”:  si no, si dudas, quedas fuera del Reino. Hay otras dos leyes más, que rigen de verdad a la Administración y los Poderes: nunca ordenar ni proponer nada que pueda atentar al movimiento y crecimiento del Capital y, el otro, contar la mayoría por `todos ´; lo demás, por `nada´.
¿Haría falta que recuerde lo que la Persona como institución importa para el comercio, para el dinero, para el sostenimiento del Régimen este democrático bajo el que nos ha tocado vivir? ¿Es seguro que lo único que hay son las personas y sus creencias y opiniones? ¿No es claro que para pensar no hace falta más que echarse a hablar, caiga quien caiga, contra cualquiera de las ideas o instituciones que nos han puesto por delante? Pensar no es lo mismo que “hacerse ideas”. Algunos más bien pensamos o sospechamos que es justamente lo contrario.
Las posibilidades por lo demás son sinfín. El gran engaño de las religiones, y de la Ciencia misma al servicio del Poder, consiste en que se hace creer a la gente que hay una especia de providencia, es decir, que, en vez de una infinidad de órdenes posibles, hay una ordenación determinada respecto a la cual todas las otras no son más que desórdenes sencillamente, que aspiran a encontrar el Orden reconocido como verdadero.
Primera, por tanto, (o segunda) táctica política para nosotros, los de abajo es la de aprender a negarse a dar alternativas: el Futuro es todo de Ellos, todo él mentira.
Y si en nuestra tarea de destrucción a trancas y barrancas, viene todavía algún prudente varón por detrás a tocarnos en el hombro y a decirnos:
"Pero, vamos a ver, esperad un poco: destruir, es fácil, pero ¿qué vais a poner en el lugar de lo que estáis barriendo?, ¿tenéis alguna alternativa que proponer, algún proyecto de mundo que reemplace al que estáis tan desaprensivamente demoliendo?".
Que es lo que debió de hacer David, cuando estaba volteando la honda, a ver si le acertaba en algún punto sensible a Goliath, y se le acercó una comisión de militantes de la resistencia organizada o de algún sindicato diciéndole "¡Alto, alto! Tú sabes que ese gigante, al que ciertamente todos odiamos, cumple sin embargo en esta tierra unas funciones esenciales, en cuanto que mantiene debidamente amedrentados a los rebeldes sin causa y les hace acogerse al amparo del Poder constituido, y en cuanto que permite a las madres tener a raya a sus críos diciéndoles que viene Goliath, cuando quieren escaparse de la catequesis o ir a robar algún chorizo de carne impura de la casa de los infieles. Así que, entonces, si lo derribas, ¿cómo vamos a remplazarlo? ¿Qué alternativa tienes prevista para que sus funciones, en la sociedad postgoliáthica, se mantengan como Dios manda?".
Pues eso, si nos vienen pidiendo alternativas, un buen corte de mangas y a lo nuestro, a lo que no es mío ni de nadie: de cualquiera, y que no lo sabemos.
Salut!

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